"Amaos por favor, seguid amándoos
vorazmente insatisfechos por los siglos de los siglos de los siglos,"
Es Jorge Enrique Adoum, quien le canta al amor de dos muertos cuerpos ni tan muertos, cuando, miles de años después, los vivos no han sabido de un amor tan cierto, tan grande, tan hasta la eternidad.
Tan sin tiempo.
Vivimos amando el amor que aman otros y enfriamos nuestras propias camas, almas, pieles...
Olvidamos que, en el amor, hay un juego de espejos que muestran y devuelven el brillo de quien ama o desea amar. Olvidamos que antes del amor ya somos amor y cuando se va, seguimos siendo el amor que nos mantenía viviendo de verdad.
Confundimos amor con necesidad, con miedo, con anti-soledad. Confundimos amor con canciones de pasión y fuego. Confundimos amor con llamaradas de piel, de piel desnuda pero no amada.
Olvidamos que amar es vivir del presente sin jurar mas futuros que el mismo amor vuelto presente a cada instante nuevo. ¿Vivimos?
Si el amor no invita a vivir no es amor, será un atisbo de fuego que queme mucho pero se apague con la misma velocidad.
Si el amor evoca a la muerte, la invita, la llama, la deja pasar, podrás vivir 1000 años pero no sabrás amar.
Amar sin antes, sin después, con tu espalda por horizonte, con tu vientre por mar.
Sobrevivir en ti. Volver a nacer en mi.
"Te hubiera amado diez años antes del diluvio".