jueves, 29 de enero de 2015

Pasión

Y ahí vamos, viendo al mundo correr desesperado, aparentemente sin más motivos que girar, que alcanzar cimas y crecer.
Miles de rostros van y vienen, cuentan historias distintas y la misma historia a la vez: viven, mientras van aprendiendo a morir.
Y la vida se vuelve camino, motor y destino.
Y la vida se vuelve motivo, canción y algoritmo.

Ah, la vida. El instante que raudo atropella mil sueños y cumple un par de quimeras. El segundo insolente que sueña con volverse eterno y cambiar el rumbo de la historia.
Esa magia fugaz de minutos, segundos y horas que nos gusta contar. Aunque no sepamos para que las contamos si no se pueden guardar.

Y la única diferencia entre aquel que vive a fondo y el que mira vivir es el fuego que les quema por dentro y los hace brillar... Ser luciérnaga sobrevolando la selva, ser volcán dominando la pampa, la selva y hasta el mar.

Ser
Decidir
Escoger

O cumplir...

Y la vida no es magia ni lógica pagana. No es un dios obligándote a respirar.

La vida son células y oxígeno en permanente combustión.

La vida es fuego.
La vida es pasión!

Dadme una palanca y moveré al mundo...

Ten. Te siembro una pasión: Mueve el mundo...  vive!

sábado, 17 de enero de 2015

Con mi corazón en Yambo

No hay brisa que calme el dolor, no hay palabras que puedan con tanta verdad. Las miradas rehuyen, se asustan, se esconden.
Cambias de nombre y de vida, empiezas de nuevo sin haber dicho la verdad.

Y ellos siguen desaparecidos.

27 años pasaron de una fatídica tarde en la que tener un apellido extranjero fue motivo para sentir amenaza patente y quitarles la vida a dos niños que amaban vivir y jugar.

El uno era un niño de 13 años que estaba aprendiendo a vivir y el otro cumplidos 17 ya había empezado a soñar...

¿En qué cabeza sana cabe que dos niños eran una amenaza y debían desaparecer?

Enfermos con armas en las manos. Psicópatas con poder.
Asesinos con uniforme.
Demonios con sueldo estatal.

Callándose el uno al otro y olvidando decir la verdad.

Y la madre vive a diario su dolor indecible, y la madre de los niños muere a diario sin volverlos a abrazar. Y la vida no tiene sentido ni vuelve a brillar. Y la vida se vuelve un infierno y la mentira de todos es la tortura principal.

Y todos callan, esconden la mirada y se niegan a saber, y saben y se niegan a contar.

27 años esperándolos en casa y no los dejan regresar.

Y cada miércoles la plaza de la Independencia mira a Pedro Restrepo llorar a sus hijos como roble en la colina, firme y convencido de que vale la pena vivir y luchar hasta saber la verdad.

Y una hermana, sin hermanos, los busca casi casi sin saber dónde empezar. Y los recuerda por las voces y vídeos que la tecnología le conservó en el tiempo y se niega a callar.

Ella no puede soñarlos aunque quiera, él quisiera no despertar cuando los sueña para no perderlos ya jamás.

Ella, la madre, los halló ya. No están en casa pero juntos son hogar.

Y los malditos, los violentos y asesinos, los indeseables e inhumanos, la escoria que vestía de uniforme ya no los quiere soñar. Duele verlos cada día en pesadillas, odian ver sus rostros en el de sus propios hijos e hijas. Tragan amargo el tormento eterno de no poderlos olvidar.

Y aunque todos respiramos, no todos vivimos. Los unos desean la vida y la disfrutan a segundo seguido, los otros la quieren ver pasar.

Santiago y Andrés le salvaron la vida a tantas personas que vinieron después.  No lo saben. Nadie los debe olvidar.

La justicia también tiene mártires. La justicia también se cobra víctimas.

Que triunfe la verdad.

viernes, 16 de enero de 2015

Patria, tierra sagrada, de honor…

Duele saber que un día normal de la vida de Ecuador se vio empañada con tanta violencia y dolor.

Duele saber que las balas compradas con dinero del pueblo para defenderlo, se usaron para amedrentarlo, someterlo, asesinarlo.
Lastima saber que el incumplimiento del deber de cientos de uniformados puso en jaque al país y, tras mucho dolor, se mantiene en el silencio los resultados de aquella cruenta jornada  de violencia y destrucción.

Ofende saber que ese día se echaron al caño los millones de dólares invertidos en educar uniformados, en dotarles de herramientas para cuidar al pueblo y, mas aún, asfixia la impotencia de releer aquel fatídico día y saber que por la irresponsabilidad de algunos mandos medios que los movilizaron, de ministros y jefes que no cumplieron su papel de mediar y aclarar a tiempo las leyes tratadas, del mas alto jefe del estado que no venció su ego y prepotencia; el diálogo desapareció del diccionario del 30S y las calles se tiñeron de sangre y de dolor.

El pueblo contra el pueblo y sus líneas de defensa disparando contra ellos.

Por Dios juro, sagrada bandera…

Una revuelta policial, por reclamos de sueldos, se convirtió en un vía crucis para tantas personas lastimadas, vejadas, sometidas, asesinadas aquel día... Incluyendo al mismo presidente.
Cobardía. Esa es la palabra que me salta a la mente.

Cobardía del policía que aquel día rompió su juramento y maltrató al pueblo que le paga el sueldo, la comida, el estudio y le da trabajo
Cobardía de los jefes de destacamentos y comandos provinciales que prefirieron ocultarse y usar a los policías de tropa como carne de cañón en un reclamo que también era propio, pues eran quienes más “perdían”.
Cobardía de ciertos políticos que usaron el ambiente agitado para proclamarse dignos del respaldo popular y para “alzar la voz”, cuando normalmente callan esperando el momento para lucirse y despotricar. Falsos!
Cobardía de ciertos políticos en el poder que quisieron brillar sin medir los límites de un enfrentamiento ciudadano.
O ¿es que acaso, aquel día, algún cromo político “conocido”, cayó, al menos, herido o asfixiado en la calle?
No se puede llevar al ciudadano de a pie a enfrentar a una turba enardecida de hombres armados!!! Cobardes e irresponsables, porque al primer sonido de bomba lacrimógena corrieron con sus guardaespaldas, pagados por el pueblo,  mientras el ciudadano indefenso caía golpeado por una bomba, una piedra, una bala…

Romper el orden constituido, de haberse pretendido aquello, no es un delito tan grave como asesinar a una persona a quien juraste defender. Ni tiene comparación, ni tiene perdón.

Los responsables pueden esconderse, maquillar su versión, silenciar a sus testigos, esconder las balas, borrar los registros de los rastrillos policiales y militares de aquel día… Pueden escondernos la verdad, pero jamás callarán la voz de su conciencia. Malditos!

Patria, tierra sagrada, de honor…
¿Se aprendieron las lecciones de aquel cruento día?
¿Cómo es posible que alguien, sin poder, use a policías, de varios rangos, en servicio activo para orquestar un golpe de estado y que la inteligencia que te protege, como gobernante máximo, no lo sepa ni te prevenga de aquello? ¿O no los escuchaste?
¿Cómo intentas dialogar con un grupo amotinado y armado? ¿Cómo te diriges a ellos con gritos y los ofendes con tu bravuconería y esperas sumisión y respeto?
No te puedes subir al balcón después de un día tan difícil para el país y seguir con los gritos y las amenazas. NO!

Y no, no se puede gobernar con prepotencia. Mano firme sí, Prepotencia no. No son lo mismo. Pero quizá él nunca lo entenderá.