Crisis, alto endeudamiento, incapacidad de pago, iliquidez... llámele como quiera, pero en la calle la gente sabe que Ecuador es un país en crisis, que el gobernante de turno no sepa de economía es otra historia y que le guste maquillar cifras es cuestión de photoshop socialista.
No ahondemos en la crisis que no es crisis, pensemos en la irresponsabilidad del actual mandatario en 3 campos:
1. Endeudamiento.
Con un valor de deuda externa e interna que se acerca al límite constitucional permisible, al siguiente mandatario se le vendrá la época de vacas muertas, porque el actual mandatario está vendiendo el pellejo de las vacas flacas para sostener su sistema clientelista de desarrollo socialista. Modelo en el cual, como en Cuba, sólo viven bien los que ganan bien y cantan en la tarima del poder. El pueblo conoce al hambre tanto que a diario la invita a cenar...
El economista, debió frenar la deuda interna con los proveedores impagos dejando de contratar obras nuevas y dando liquidez y agilidad a las obras en proceso. Total, son nuestros impuestos los que generan progreso en el país, no la revolución ciudadana.
¿Quién tiene más derecho a cobrar por su trabajo sino aquel que ha cumplido con sus obligaciones tributarias, laborales, contractuales? Que no te paguen por tu trabajo efectuado bajo cumplimiento de obligaciones es estafa y que te pidan paciencia luego de la abundancia de recursos es desvergüenza total.
La deuda externa, bajo pre contratación petrolera en época de barriles flacos y a pérdida, es una jugada de ajedrez demasiado peligrosa, entregar a tu reina para liquidar a un peón en terreno del rey contrario y sin hacer ni siquiera Jaque.
Queda claro entonces porqué al brillante economista coleccionista de Honoris Causa sólo se le ocurre empeñar la tarjeta de crédito cuando se queda sin trabajo en lugar de recortar gastos, ahorrar en lujos, dejar de desperdiciar recursos en fin. Brillante, claro, digno de otro Honoris Causa o dos o tres, ya puestos en ello.
Rafael Vicente, deja de contratar obras y deuda, limítate a administrar las obras previamente contratadas y que debes cancelar a tiempo. Para eso también te pagamos el sueldo que no devengas.
2. Empleo
Si contratas personal para que trabaje en una empresa y esos empleados no tienen nada que hacer, con toda seguridad la empresa quebrará o, al menos, perderá competitividad en el mercado, declarará pérdidas económicas y elevará los costos de producción y venta.
¿Qué sentido tenía engordar el aparato estatal con personas de las que puedes prescindir de la noche a la mañana sin verte afectado en tu productividad? Claro, nunca has manejado una empresa ni has creado un empleo, lógico que no sepas de qué te hablo, economista de tablero de ajedrez. Porque, para llenar plazas con peones bien pagados, hace falta sólo dinero, ni creatividad necesitas. Empero, cuando la abundancia quiebra y ya no necesitas fuerzas de choque, es fácil prescindir de plebeyos sin peso político, de peones sencillos y sin más aspiración, desde tu posición de rey, que la de llegar a fin de mes a cobrar un sueldo que los ayude a bien vivir.
Está claro, clarísimo, que no necesitabas tanta gente, sólo era una estrategia de campaña, lástima que durara 9 años, demasiado tiempo, incluso, para el mejor gobernante de este lado del hemisferio.
Un apunte adicional, si a cada asambleísta y ministro le limitabas el sueldo a $2.000 jugosos dólares mensuales, habrías sostenido, por cada uno a, al menos, 3 personas con sueldos de $800. Bien valía que aplicaran algo de socialismo y solidaridad revolucionaria con quienes hasta ayer comulgaban con tus sabatinas y hoy, sin trabajo, ya no te sonríen ni aplauden. Multiplica esos números, no es tan difícil.
Y es que la adulación pagada brilla tanto como el oro, pero al primer raspón se muestra negra y tibia.
3. Productividad y oportunidades
El sistema económico en que vivimos no es el mejor, claro está, ni es el más justo, claro también. Pero, al menos, nos permite cierta libertad de acción, de emprendimiento y de desarrollo personal y empresarial. Que unos pocos abunden en riqueza y una inmensa mayoría se ahogue en la pobreza es cuestión de leyes. Esas leyes que se dictan desde Carondelet y que no han cambiado casi nada la realidad del país.
Mientras una ley limita la participación de los empleados en las utilidades de la empresa en que laboran, no hay ley que limite el gasto en super sueldos de ministros, asambleístas, secretarios, subsecretarios, pro secretarios, requetesecretarios y así, una larga fila de nombres y números.
Habiendo utilizado algo más de 200.000 millones de dólares en tu gobierno, sería genial conocer, cuánto se invirtió en producción y creación de multiempresas solidarias donde el pueblo que amanece a las 5:00 al campo y se acuesta a las 19:00 bajo el frío del páramo y la pobreza, ya no es empleado sino empresario, ya no es peón sino socio accionista, ya no se debe al intermediario que lo explota sino que comercia directamente en los mercados con sus conciudadanos de terno y corbata.
Sostener a 2 millones de personas bajo un bono sin oportunidades de nueva vida no es progreso ni solidaridad, ni revolución ni socialismo antipelucón. A eso se le llama pobreza.
Y de corrupción no hablaremos por ahora, ya bastante me duele la úlcera.
Un Ecuatoriano Inconforme.