Si tiembla la tierra y nos desarma los planes. Si la contingencia no sabe de sueños ni de futuros cercanos. Si la vida nos pide respeto y vamos como aves de paso, ¿por qué nos empeñamos en correr sin parar a pensar?
Quizá solo prepara un futuro mejor este planeta poblado en medio de tantas estrellas caídas y super lunas viajeras; quizá se eriza pensando en mañana, quizá se volvió a enamorar de nosotros viviendo y, sin embargo, corremos tan lejos como nos dejan las manos.
Y caes de bruces ante su ímpetu y vértigo, somos gigantes de letras, pero en ella yacemos, tras el punto final.
Tiembla la tierra, enamorada, erizada, preñada de luz.
Tiemblas tú, porque tus planes no son los de ella.
O quizá tiembla de frío... Quizá.
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