jueves, 28 de abril de 2016

No te me rompas Ecuador

Tiembla la tierra a 7.8
Y golpea a cien mil almas con furor,
grita la noche desnuda, sin sosiego,
Sufre mi gente, clama en su dolor...

Duele, la vida a oscuras duele!
Duelen las voces apagadas sin razón
duelen los sueños aplastados
entre los hierros retorcidos, el absurdo y la desesperación

No te me rompas Ecuador,
que ya amanece pronto
y curaremos tu dolor

No te derrumbes Ecuador
que hay millones de almas libres
que te aman y te van a levantar.

Y aunque la tierra tiemble
y los edificios se derrumben
Aunque algunos sueños se trunquen
nos volveremos a levantar.

Por cada corazón que luche
por cada par de manos que ayudan
por cada sonrisa que vence al miedo
Ecuador, arrecho, no se deja derrumbar..


sábado, 23 de abril de 2016

Un terremoto... de amor

En una nota de voz de casi 15 minutos, una amiga de Manta, 4 días después, me contó cómo vivió la tragedia que el sábado 16 de abril a partir de las 18:58 enlutó a todo un país, mi país, Ecuador.

42 segundos cambiaron la vida de más de 14 millones de personas de un pequeño país en el centro del mundo. Un punto subterráneo se rompió y sacudió la tierra bajo los pies de personas que estaban viviendo su noche de sábado, aprestándose a ir al templo de su fe a dedicarle una oración al dador de la vida, preparándose para ir de farra con las amigas y amigos, sentados frente a la TV haciendo zapping...

Y 42 segundos fueron suficientes para llevarse a cientos a otro lugar, porque entre los escombros y la oscuridad sus vidas fueron segadas, se apagaron entre un lamento, una oración surgida del pánico y la fe, mientas otros, entre la desesperación y el miedo, corrían lejos de todo lo que caía, buscando salvar su vida y la de los suyos.

"... Y no paraba ese infierno, queríamos salir corriendo y la tierra no nos dejaba... nos miramos a los ojos, nos abrazamos y esperamos nuestra muerte..."

Su voz entrecortada, temblorosa, ahogada por el miedo, acribillada de terror recuerda el aciago momento, el deseo de salir corriendo y no poder, de buscar lugar seguro y saber que no lo había, la angustia de no haber vivido lo suficiente, de probar la sed por tener un poco más de tiempo, para vivir a los suyos, para hacer real el milagro de ser madre y que un niño te diga "mamá". 42 segundos fueron suficientes para ver la vida entera pasar y sufrir un futuro que se podía quedar bajo los escombros del que ha sido por más de 20 años su hogar. "Mi mamita, desde el patio me gritaba, me llamaba que saliera que todo se estaba cayendo... Y yo no podía. Bajo el umbral de la puerta abrazada a él rogaba que ya pare y escuchaba como todo caía a mi alrededor..." ¿A dónde huyes cuando no hay salida? Tu mente te lleva a los momentos felices que tuviste y a los que quisieras vivir... "Intentábamos salir y la onda de esa pendejada nos echaba hacia atrás... Mi papi tampoco pudo salir del piso de arriba, le pasó lo mismo".

43 segundos después, terror por doquier, entre la oscuridad de la noche y el llanto de la gente, se escuchaban caer las paredes de los vecinos, los gritos y la angustia, nombres que el viento transportaba tratando de ubicar a los hijos, a la madre, a los amigos... Nombres que nos duelen al hacer recuento del desastre. Nombres que nos empujan a ayudar, que nos duelen como propios.

"...nosotros fuimos bendecidos porque literalmente no nos pasó nada, más allá del susto y el terror vividos, no nos pasó nada... Pero cómo duele enterarte de quienes lo perdieron todo, empezando por sus seres queridos..."  

Y ahora empieza la tarea de reconstruirlo todo: 
la confianza en la tierra que pisas a diario, 
la confianza en la vida que vives de milagro
la confianza en la gente que te rodea y que te ayudó cuando todo se caía en pedazos
la confianza en que el amor no te suelta nunca cuando es de verdad
la confianza en la patria en la que no elegiste nacer pero que te abraza desde cada rincón y te ayudará a reconstruir lo que una noche de abril, un sacudón de la Pacha Mamá, te quitó.

Volveremos a sonreír. 

A vivir!



miércoles, 13 de abril de 2016

El presidente invisible...

La última vez que lo vieron sonreír en cámara fue cuando se ciñó la banda que le otorgaba poder sobre la Constitución. A diferencia de su antecesor y aunque la ciudadanía pedía que la quemara ipso facto, decidió volver a darle equilibrio y estabilidad a su pueblo golpeado, adolorido, vejado por años. Juró su poder sobre la  constitución por la que una gran mayoría votó. Y, aunque habría que hacerle muchos cambios, decidió devolverle a la institucionalidad el respeto que se merece. Porque la historia como cualquier actividad humana se construye sobre el respeto.
Había crecido tanto el descontento por la figura del político que aparecía en todo canal, a toda hora, para repetir siempre lo mismo, que incluso, él mismo, estaba harto de ser político. Y su compromiso era dejar ese pasado en el congelador, colocar en terapia intensiva a la debilitada economía, invertir en la salud de su gente y sembrar dólares para cosechar progreso.
A diferencia del pasado y con el ánimo de que la confianza se fortalezca entre los vecinos locales y los extranjeros, pero no extraños, promovió un PARE urgente en esa tarea idiota de extraer dólares del subsuelo y echarlos a volar en aviones lejos del suelo patrio para depositarlos en arcas con hedor a corrupción y podredumbre, a promesas vanas y a mentiras cantadas como himno patrio.
No quería slogans nuevos, le molestaba el solo hecho de andarlo diciendo todo en verso y cerrar un discurso con el puño en alto vociferando palabras de un asesino serial del pasado oscuro de su querida América Latina. Y es que él nunca había llegado a tragarse el cuento de que aquel médico que mataba gente sin juicio ni reparo moral podía ser admirado por andar de boina y tabaco.
Y es que la revolución que hace mucha bulla es la que algo esconde y, por lo general, suelen ser gritos de angustia, dolor y miedo del pueblo que la sufre en carne propia. En huesos en realidad, porque no hay alimento, y en casos cercanos ni medicinas.
Y pasó la constitución por una cernidera de valores, escogió mejor a la gente que lo rodea, gente honesta que no le mienta, gente de barrio, pies de polvo y manos con callos. Gente que sabe lo que sufre la gente para llegar a fin de mes. Y es que sembrar desarrollo sólo es posible desde quien sabe sembrar, porque el ingeniero puede saber mucho de ciencia pero no sabe sembrar.

Y pasaron 100 días, 500 y llegó a los 1000 de su gobierno y ya casi nadie recordaba su rostro sonriendo, pocas fotos en los diarios y menos horas de TV, el presidente se volvió invisible pero en la calle, la gente caminaba con calma, el miedo había emigrado, la confianza volvió a invertir en suelo patrio y muchos recordaban el nombre del presidente y en silencio le agradecían que se haya vuelto tan invisible.

viernes, 8 de abril de 2016

Ojos de luz

Sus ojos rozaron los míos a metros de distancia y ya no pude volver a ser el mismo. Semillas de vida cayeron en el árido suelo de mis sentimientos y mi sinrazón. Gotas de lluvia de una mirada con alma, de sueños que quieren hacerse realidad; marejadas de luz, ilusiones sin nombre propio todavía, anhelos de saborear la vida sin temor al gusto que nos puedan dejar.

Y no buscaba yo sus ojos, no ansiaba hallarme en su mirada, no sabía que el alma tiene sed de luz y que tan solo los ojos vivos de alguien más la puede saciar.

Y cada día que despierta, esa estrella fugaz que alteró mi universo, me vuelve a llamar: papá.