jueves, 30 de abril de 2015
¿Quién eres?
jueves, 19 de marzo de 2015
Bandera
Entre sangre y gemidos, sollozos y frío.
Así nos recibe el mundo, así nos pare la madre, bañados de colores, rodeados de banderas.
Y vamos creciendo y nos hablan de la patria, del país, redil con mallas imaginarias, al que nos pertenecemos y que nos envuelve en colores que la historia nos legó como insignia.
Y al crecer le juramos lealtad y servicio, protegerla y servirla, cual madre, cual novia que espera nuestro amor sublime, inmenso, profundo.
Con los años los colores van perdiendo su textura, aprendemos que los otros no son tan otros, tan lejanos, tan diferentes. Que nos une el idioma por encima de la bandera. Y, cuando el idioma nos separa, nos acoge la música, el deporte, la literatura, los mares y la vida.
Sufren por nosotros aunque no nos vivan a diario, se nos enternece el alma cuando a esos, tan extraños, abanderados ajenos la desgracia los abruma.
Nos gana la sangre, ese primer vínculo humano, hermano, cercano. La primera y única bandera.
Desde allá, donde la atmósfera se pierde y el espacio cuasi infinito nos gobierna, hay un color que nos engloba y nos define, un azul sincero y limpio, con apenas rastros de café y blanco. Un azul de vida, de libertad, un azul de hermanos...
Nacemos entre el rojo de la sangre de la madre, pero con el azul de la madre Tierra como sello indeleble de hermanos.
La vida es mi bandera.
jueves, 12 de marzo de 2015
La novia nueva...
Cada mañana, al borde de las 4 de la mañana, te levantabas para atender a tu esposo y a tu prole que, tranquilamente, siguen soñando con un mejor futuro.
Vas preparando el desayuno y planeando el almuerzo, las tareas del hogar, revisar el campo y coordinar, con la mama Luna, el arado, los sembríos, el aporque, el abono, la cosecha... esa lucha diaria para obtener un café que llena de su aroma media América, el sabor único del chocolate que cruza el Atlántico y endulza paladares mas allá de donde entienden tu lenguaje.
El banano, la papa, las frutas tan generosamente producidas por la madre Tierra... en fin, tu vida es el campo y de él obtienes cuanto tu marido administra en el mercado y se alimentan tus hijos.
Pero una mañana, tras una charla con los amigos en el mercado, él descubre un brillo nuevo en otros ojos, un fuego ardiente en otras caderas, un deseo insaciable en otro lenguaje...
Se le acerca ella, vestida de negro, tentando con su aroma y su color, rodeada de nuevos amigos y lo incluye en un roce social que no imaginaba existía. Se vuelve socio de un nuevo club, ya no regresa a casa a buscarte y contarte sus alegrías y desvelos camino del mercado. Ya no te cuenta cuánto ganan o cuánto pierden. Ya no cuenta contigo.
Y tú sigues sembrando y sigues labrando la tierra, sudándola a diario, sembrando esperanza y cosechando, en tus hijos, gratitud muy simple y en algunos abandono.
Y el café, el cacao, el banano, la fruta... se enojan contigo y dejan de darte mil alegrías. Te falta un brazo firme que sostenga el arado, te falta quien coseche y negocie lo que produces. Él ya es feliz en los brazos de una amante mas joven, mas moderna, mas de la ciudad.
Tras él corren tus hijos y te dejan cargando con las tareas de labranza sola, peleando con las sequías y los crudos inviernos. Peleando sola... Mirando al horizonte, clamando por un futuro, esperando que vuelvan, esperando que quieran volverte a querer... esperando!
Y un buen día te llaman, te vienen a visitar, te piden que produzcas más, que no eres eficiente y que ellos, en la ciudad, pasan hambre mientras tú holgazaneas. Te cuentan que en otros lares hay gente que produce mejor, en menos espacio de tierra y sin tanto sufrir, que deberías hacer lo mismo y dejar de llorar...
Que las ausencias no alimentan a nadie y las quejas no sacian la sed.
Y él, del brazo de la novia nueva, ahora piensa en ti, porque ella ya no lo puede alimentar ni sostener. Porque ella ha perdido brillo y valor, porque ya no le alcanza con lo que ella gana para ser feliz.
Y no vuelve a ti, no. Tampoco se disculpa contigo ni con tu tierra. Te exige sostengas su estilo de vida sin dejarla a ella.
Han pasado los años en los que el dinero le sobraba y lo malgastaba en la juerga y las fiestas, en repartir monedas a cambio de lisonjas... y a ti jamás te ayudó con tus batallas diarias por trabajar la tierra y hacerla producir.
Ahora que la cotización de la novia nueva ya no es suficiente, vuelve a ti.
Viene a exigirte que lo alimentes pero ya no sabe de arado, ni de lodo, ni de luchar. Se ha vuelto exigente, refinado, citadino, odioso...
Él ya no es tuyo ni de nadie. Las deudas lo agobian. El dinero le falta. Los hijos citadinos le exigen más y más.
Y tú sigues labrando tu tierra.
Tú sigues siendo campo y él ya no sabe cosechar.
jueves, 29 de enero de 2015
Pasión
Y ahí vamos, viendo al mundo correr desesperado, aparentemente sin más motivos que girar, que alcanzar cimas y crecer.
Miles de rostros van y vienen, cuentan historias distintas y la misma historia a la vez: viven, mientras van aprendiendo a morir.
Y la vida se vuelve camino, motor y destino.
Y la vida se vuelve motivo, canción y algoritmo.
Ah, la vida. El instante que raudo atropella mil sueños y cumple un par de quimeras. El segundo insolente que sueña con volverse eterno y cambiar el rumbo de la historia.
Esa magia fugaz de minutos, segundos y horas que nos gusta contar. Aunque no sepamos para que las contamos si no se pueden guardar.
Y la única diferencia entre aquel que vive a fondo y el que mira vivir es el fuego que les quema por dentro y los hace brillar... Ser luciérnaga sobrevolando la selva, ser volcán dominando la pampa, la selva y hasta el mar.
Ser
Decidir
Escoger
O cumplir...
Y la vida no es magia ni lógica pagana. No es un dios obligándote a respirar.
La vida son células y oxígeno en permanente combustión.
La vida es fuego.
La vida es pasión!
Dadme una palanca y moveré al mundo...
Ten. Te siembro una pasión: Mueve el mundo... vive!
sábado, 17 de enero de 2015
Con mi corazón en Yambo
No hay brisa que calme el dolor, no hay palabras que puedan con tanta verdad. Las miradas rehuyen, se asustan, se esconden.
Cambias de nombre y de vida, empiezas de nuevo sin haber dicho la verdad.
Y ellos siguen desaparecidos.
27 años pasaron de una fatídica tarde en la que tener un apellido extranjero fue motivo para sentir amenaza patente y quitarles la vida a dos niños que amaban vivir y jugar.
El uno era un niño de 13 años que estaba aprendiendo a vivir y el otro cumplidos 17 ya había empezado a soñar...
¿En qué cabeza sana cabe que dos niños eran una amenaza y debían desaparecer?
Enfermos con armas en las manos. Psicópatas con poder.
Asesinos con uniforme.
Demonios con sueldo estatal.
Callándose el uno al otro y olvidando decir la verdad.
Y la madre vive a diario su dolor indecible, y la madre de los niños muere a diario sin volverlos a abrazar. Y la vida no tiene sentido ni vuelve a brillar. Y la vida se vuelve un infierno y la mentira de todos es la tortura principal.
Y todos callan, esconden la mirada y se niegan a saber, y saben y se niegan a contar.
27 años esperándolos en casa y no los dejan regresar.
Y cada miércoles la plaza de la Independencia mira a Pedro Restrepo llorar a sus hijos como roble en la colina, firme y convencido de que vale la pena vivir y luchar hasta saber la verdad.
Y una hermana, sin hermanos, los busca casi casi sin saber dónde empezar. Y los recuerda por las voces y vídeos que la tecnología le conservó en el tiempo y se niega a callar.
Ella no puede soñarlos aunque quiera, él quisiera no despertar cuando los sueña para no perderlos ya jamás.
Ella, la madre, los halló ya. No están en casa pero juntos son hogar.
Y los malditos, los violentos y asesinos, los indeseables e inhumanos, la escoria que vestía de uniforme ya no los quiere soñar. Duele verlos cada día en pesadillas, odian ver sus rostros en el de sus propios hijos e hijas. Tragan amargo el tormento eterno de no poderlos olvidar.
Y aunque todos respiramos, no todos vivimos. Los unos desean la vida y la disfrutan a segundo seguido, los otros la quieren ver pasar.
Santiago y Andrés le salvaron la vida a tantas personas que vinieron después. No lo saben. Nadie los debe olvidar.
La justicia también tiene mártires. La justicia también se cobra víctimas.
Que triunfe la verdad.