jueves, 22 de septiembre de 2016

La Bestia!

Despertó en el fondo de una quebrada oscura y fría. No recordaba sus órdenes ni la misión encomendada, de hecho, no recordaba quién era ni porqué estaba ahí. Ante la falta total de luz, empezó a revisar sus bolsillos para ver si tenía algo con qué alumbrar las entrañas de aquel agujero y tratar de ubicarse.

Alzó la vista hacia lo que él creía era el vasto universo y sólo halló silencio y soledad.
Ni siquiera podía distinguir sus manos. Al cabo de un rato descubrió que tenía una mochila que le servía de almohada. La abrió poco a poco y una sonrisa se le dibujó en el rostro. Había una botella con agua, la abrió y bebió sorbos cortos, como si fuera vino, como si quisiera adivinar en qué cava había sido fermentado.

Halló también un par de barras de luz química y sintió como si descubriera una mina de oro. Aunque no hizo falta encenderlas, de pronto y tras un bramido ensordecedor, una luz potente y cegadora recorrió aquel otrora oscuro firmamento. Se acurrucó lo que más pudo pues se sintió rastreado ante el avance de aquella mirada y recordó, inmediatamente, que había estado en misión secreta cuando resbaló por una quebrada, en el trayecto perdió el casco de combate y se golpeó la cabeza. Lo demás era recuerdo reciente, despertarse, la oscuridad, el silencio...

No todo era mala suerte, con el resplandor aquel, que ahora había cesado, logró avistar su casco y su arma que estaban a escasos metros de su escondite. Empezó a caminar guiado por la tenue luz química y cayó en un charco de aguas putrefactas... o quizá era sangre de aquella bestia extraterrestre y, aunque no lo recordaba, quizá en su caída la hirió mortalmente y por eso la luz cegadora lo buscaba.

El bramido nuevamente y la luz una vez más iluminó aquel valle oscuro. Ahora pudo divisar mejor el corazón de aquel ser extraño. Sin duda no era de este planeta. Tenía las entrañas llenas de basura y restos de lo que, parecía ser, esqueletos de habitantes de lejanas galaxias.

Pero no, él no se convertiría en un esqueleto abandonado en aquel valle mortal. Buscó una ruta de escape y la dibujó en su mente. Su largo entrenamiento lo había preparado para estos casos. Preparó una carga explosiva y la plantó en lo que parecía ser el corazón de la bestia. Acto seguido avanzó guiado por el mapa mental que había bosquejado y evitando hacer mucho ruido para no ser descubierto.

¿Qué sería del resto de su batallón? ¿acaso algunos de ellos habían sido devorados? ¿debería buscar las insignias de ellos para llevárselas a sus familias? Pero, ¿cómo? era inmenso el estómago de la bestia y él no lograba distinguir una cosa de otra.

Elevó una plegaria por sus amigos caídos en combate, o, mejor dicho, porque no hubieran caído y estuvieran luchando desde fuera, esperando por él. El ruido volvió, aunque esta vez era distinto, menos fuerte, pero más cíclico, como quien carga una ronda de balas y las dispara a discreción.

¡Quién vive!, se escuchó gritar cuando vio un par de tenazas acercarse hacia él, quizá era un mecanismo de defensa de la Bestia, preparó su fusil y aguardó a tenerlas más cerca para contraatacar. Fijó el blanco y contuvo la respiración, jamás reparó en las que venían por sus 6...

-Listo señora, este soldadito de juguete estaba obstruyendo el sistema de impresión, debe tener más precaución.
-Mira mamá! es el coronel Travel. Ha regresado de su misión a las entrañas de la Bestia. Lo debo condecorar!!!



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