jueves, 31 de diciembre de 2015

Un poquito de paciencia...

Son las 11:45 de un jueves caluroso, la fila de pacientes crece a cada minuto y no parece que vaya a mermar. Los recién llegados a la fila reclaman airados y los que llevan casi dos horas esperando sólo se acomodan en las sillas nada ergonómicas mientras usan un par de hojas del Telégrafo o el Ciudadano para procurarse algo de viento fresco que alivie el estúpido calor.
Ante el reclamo airado de una dama de 70 y piquito por tanta espera, el guardia apela a un artículo de la constitución y la amenaza con sanciones y cárcel... Sale un caballero de 50 y algo a defender a la dama y el guardia, ante la inquisidora (asesina) mirada de casi 30 personas sólo alcanza a decir: "un poquito de paciencia, por favor..."

A tres ciudades de distancia, una fila de personas, dinero en mano, intenta tranzar con el fruto de su trabajo o el de un tercero, cubrir un pago urgente o el mínimo de una tarjeta en rojo, mientras la impávida cajera trabaja al ritmo que sus manos y su chuchaqui cerebro logran procesar los montones de billetes que, para ella, nada significan, sino sólo papel, sucio y machado, papel con tinta y nada más. Para romper el paisaje, un guardia bancario anuncia del peligro de "hacer caso" a paquetes, fundas, bolsos y demás bultos sospechosos dentro de la agencia o fuera de ella, no vaya a ser que se quede sin su dinero por soñar con la riqueza instantánea que a Midas enloqueció. Y cuando agradecen el aviso, tímidas voces reclaman celeridad, y el fornido guardia, contesta con un mágico: "un poquito de paciencia, por favor..."

Por aquí y por allá, un ingeniero en sistemas retuerce su cerebro intentando mejorar la experiencia de molestos clientes de operadoras telefónicas que acusan problemas en sus líneas, en el uso de sus megas, en el envío de tuits y posts de facebook y unas cuantas redes sociales más, a las que el ingeniero odia con su sudorosa alma... Y en el otro lado de la pantalla multicolor, unas letras apaciguadoras contestan con mensajes esperanzadores de soluciones inmediatas, pero siempre terminan con "un poquito de paciencia, por favor..."

Ya mismo termino, "un poquito de paciencia, por favor...", y el cliché jode porque, aunque brinda esperanza de solución, no logra nada real. Apela a la capacidad de soportar el sufrimiento que las mujeres y los hombres deben tener en esta sociedad de automatismos y apuros, de inmediatismo y celeridad. Y apela, por otro lado, a la incapacidad del que pide paciencia para solucionar el inconveniente, problema, molestia, porque no está en sus manos, porque no sabe cómo o, porque depende de terceros para ser más eficiente o menos lerdo, como lo quieran ver.

El incapaz pide paciencia, siempre, porque no sabe hacer nada más. Porque no puede solucionar el problema,

Nos gobierna un incapaz (?).

sábado, 14 de noviembre de 2015

La ciudad está enferma...

Soy Tena, (aunque puedo llamarme Quito, Guayaquil, París o Santiago...) tengo 455 años y sigo sintiéndome incompleta. He parido a tantos hijos que casi, casi, pierdo la cuenta. Unos vienen a vivirme, me visitan y se quedan, otros marchan y se enamoran de parajes que me son ajenos, me dejan. Y así me han venido los años encima, me he encontrado con que mis ríos y mis llanos ahora tienen pocos árboles y cada vez hay más gritos de niñas y de niños por doquier. El verde de la vida de la selva le ha dado paso a la vida sin selva, de cemento, de casas de madera, de techos de zinc y de carreteras.
Y se les ha olvidado a mis hijas e hijos que, cada uno que nace y viene a vivir en mis entrañas, recibe de mí una pieza clave en esta mi realidad, en este rompecabezas que soy. Dependo de cada persona, de su trabajo, de su labor, de su compromiso y su  paciencia para crecer y ser mejor, para no perderme y divagar sin rumbo ni futuro, para ser ciudad y ser madre de todos, para que todos hallen, en mis faldas maternas, el progreso y la vida feliz que anhelan

Poseemos todos, el poder implícito, con nuestra ciudadanía, de convertir a la ciudad en un motor sincrónico perfecto que transforme los recursos que le invertimos en riqueza para todas y todos, en desarrollo y progreso.
Tiene la democracia ese sabor especial a jolgorio y fiesta, a discusión amena, abierta y franca alrededor de la mesa materna. Tiene la democracia ese espacio casi virgen del encuentro de vecinos que discuten sus diferencias y en ellas hallan sus comunes anhelos, sus sueños fraternos y sus no tan diferentes realidades diarias.
La democracia encierra, en sí misma, la capacidad de crear espacios de encuentro, de discusión y conciencia, la ciudad nos grita y por lo general la callamos, la silenciamos con parches a la fuerza. Aunque parece que la ciudad es un lunar en medio de la selva, sin embargo, somos parte de la selva, del llano, la planicie y su agenda milenaria. Para que la ciudad crezca como cualquier ser vivo requiere que todos sus órganos tengan suficiente alimento, riego sanguíneo, ventilación adecuada y tiempo de descanso, de silencioso sueño que la fortalece y renueva.
Si la ciudad se enferma -¿qué ciudad no lo está?- no es cuestión de buscar milagros ni culpables, hay que arrimar el hombro todas y todos, desde la academia, el comercio, la fábrica, el servicio público, las entidades diversas, las confederaciones de vecinos, de todas las edades y de todas las trincheras. Y cuando al cuerpo le duele un miembro, todos le ayudan a recuperarse, no lo cortan ni lo desechan, no creamos muros que dividen al pobre del millonario ni pensamos en soluciones rápidas, las medicinas se aplican y se usan a conciencia sino el remedio puede ser peor que la enfermedad. Para curar al enfermo hay que escucharlo, con saber de la ciencia no basta, la experiencia cuenta mucho. Si la ciudad está enferma, los ciudadanos saben de qué adolecen y saben, claro que sí, qué remedio aplicar, los especialistas validan la información y lo hacen rápido, porque la vida –y la muerte – no esperan.
El Gobierno de la Gestión Visible es una estrategia de acción eficiente, táctica y compleja. Miles de ciudadanos no son capaces de cambiar la ciudad si no hay una estrategia que los guie. Podemos desperdiciar millones de dólares, pero la ciudad empeoraría si no se aplica con diligencia, honradez y presteza las estrategias, inversiones y acciones puntuales que la negociación dejó sobre la mesa.
La corrupción es la estrategia antiética del poder para pervivir y dominar la gobernabilidad de un pueblo. Sin liderazgos de principios los cambios no se darán, los parches costarán mucho y el progreso de la Pacha Mama sólo será un cacareo sin sentido de primera plana, repetitivo y deshonesto.
Darle la voz y la capacidad de decisión a quien vive a diario las necesidades y los enormes abismos de desarrollo que enfrenta es, precisamente, la vía de salida –que no escape- a la que la ciudad se enfrenta. Megalópoli, metrópoli, ciudad mediana o pequeña, todas son habitadas por miles y millones de seres racionales, hay que darles las herramientas para redirigir sus vidas y acciones; negarles las estrategias, herramientas y recursos es negarle a la ciudad su curación y encerrarla en el calabozo del subdesarrollo y la pobreza.
La ciudad es una empresa que no debería tener pérdidas, pues cuando ella pierde, pierde la familia, la sociedad, la raza humana, perdemos todos con cada niña o niño que no accede a la educación, la salud y la sana convivencia que quiere, que necesita, que le debemos.
El gobernante debería preferir que sus conciudadanos lo aplaudan por tener el progreso en sus manos, usarlo a diario, vivirlo a pleno y enriquecer a sus familias, barrios, comarcas y a la ciudad en sí, en lugar de vivir aplaudiendo promesas efímeras, mentirosas en su raíz, estrategias de empobrecimiento. La ciudad necesita hoy de gente que la quiera-construya libre, limpia, transparente, honesta… no que la use como fuente de recursos, de dinero inútil que engorda chequeras privadas, corruptas y violentas.


…Y sé que nuevos días se vienen, sé que no me dejarán sola, sé que la vida sigue siendo el norte al que todas y todos mis hijos apuntan.

viernes, 2 de octubre de 2015

La ética del servidor público y sus formas de sanción ciudadana


La democracia como poder ejercido desde el pueblo sigue siendo una tarea pendiente en la mayoría de países que se autodenominan como democráticos. El ejercicio del poder democrático como capacidad del pueblo para exigir, de forma permanente, un trabajo eficiente, eficaz, honorable, honesto y responsable de sus representantes elegidos en votación popular, sigue dejando mucho que desear.
Y es que, desde el punto de vista ético en la actuación del servidor público, tanto del elegido por votación como del que hace carrera burocrática, los códigos de actuación siguen siendo difusos. Ecuador tiene vigente un “código de ética para el buen vivir” y su constitución prevé castigos administrativos para los diferentes niveles de gobierno y servicio público, llegando incluso a la destitución en casos de corrupción o incumplimiento de obligaciones que atenten contra la calidad de vida de la ciudadanía. Sin embargo, la creación de leyes y reglamentos no ha devenido en un mayor compromiso personal profundo con el ejercicio del servicio público como una tarea con un marco ético y de responsabilidad implícita.
La institucionalidad del servicio público se vive como un mecanismo de aseguramiento personal de la calidad de vida propia a corto o largo plazo, según sea por votación o carrera burocrática, respectivamente. El poder de turno se rodea de personal de “confianza” y crea, sobre el estado, una red de influencia y de control de la sociedad, las leyes, la promulgación y veto de las mismas, de la información libre y del control del descontento social y de la protesta ciudadana.
La normativa existente no es exhaustiva en la tipificación de las múltiples formas que encuentra el poder para utilizar, de forma inadecuada y hasta perversa, los recursos estatales en beneficio propio y del círculo de poder vigente. La falta de independencia de poderes es, sin duda, el mayor problema que una nación democrática debe enfrentar. O, dicho de otro modo, el mayor problema que la ciudadanía libre encuentra para ejercer su control democrático sobre la actuación del servidor público.
Si quien califica un recurso de revisión de actuación de algún empleado público presentado por la ciudadanía fue elegido por el poder apadrinador, con toda seguridad, el “compromiso íntimo del poder” pesará más que la exigencia ética de buscar el bien común de la sociedad, al que se deben, en última instancia todos.
La naturaleza de los actos de malversación de recursos estatales de toda índole y de fondos públicos debería ser la fuente de la categorización de las penas a imponerse al servidor público. La gravedad del acto debe analizarse desde el punto de vista de la afectación a la ciudadanía, el daño a la imagen del servicio público que prestaba el servidor y a la cuantificación de recursos desviados, subutilizados, malversados o desaparecidos durante el inadecuado comportamiento en cuestión.
No hace falta, a mi parecer, que la ciudadanía deba enterarse siempre del acto juzgado y el resultado sancionatorio del mismo. El servidor público si bien se debe  a la ciudadanía y a la dignidad de su cargo, se mueve también en un círculo familiar y social que puede castigar, en exceso, su comportamiento inadecuado, afectando a la familia del servidor que nada tiene que ver, la mayoría de las veces. Eso sí, los actos de gravedad alta y extrema deberán ser informados a la ciudadanía en aras de crear un precedente moral y social de que el crimen cometido tiene sus repercusiones y se debe evitar cometer nuevamente.
La rendición de cuentas como un acto administrativo permanente puede servir, a su vez, como herramienta de control de la actuación del servidor público. Al acceder la ciudadanía a los procesos y resultados de la gestión encomendada, los desvíos en la ejecución de las tareas serán verificables y corregibles sin necesidad, incluso, de llegar a sanciones administrativas y peor aún, penales. Partimos, por supuesto, de la presunción de inocencia del empleado y de la buena fe con que enfrenta su trabajo diario. Sobre esa base, analizar la gestión se convierte en un equilibrio entre la parte humana del servidor y sus tareas técnicas y especialidades propias.
El conjunto de valores subyacentes al servicio público, muchas veces, es desconocido por el personal que labora o, conociéndolo, no lo han integrado en su currículum vital y menos aún en su moralidad activa. Y, aunque la ignorancia de la norma no salva del castigo por el cometimiento de irregularidades, es deber de la entidad educar a sus servidores y promover, entre ellos, la asunción del buen hábito del servicio público de calidad. Durante el proceso educativo de todo profesional, la evaluación es el punto de inflexión del desarrollo de sus capacidades cognitivas y prácticas para el futuro ejercicio de su profesión. ¿Por qué abandonar esa buena costumbre una vez que empezamos a ejercer nuestras labores cotidianas? ¿Por qué hemos reducido la rendición  de cuentas a las cifras y los porcentajes en el cumplimiento de las tareas previstas? Las cifras siempre serán maquillables, las actitudes y la calidad del servicio difícilmente.
La capacidad sancionadora del voto ciudadano pierde eficacia, en cuanto castigo, cuando de burocracia se trata. No tiene validez ni efectividad pues, por lo general o la autoridad desoye al pueblo o cambia de tarea al empleado y, con ello, en lugar de arreglar el problema, lo extiende. De este hecho surge la necesidad de diferenciar en el código de actuación y en la reglamentación de sanciones, el accionar del servidor público de carrera burocrática del de elección popular.
Concluyendo. La capacidad evaluadora de la ciudadanía hacia sus servidores públicos debe fortalecerse en el ámbito del ejercicio de la democracia plena contando como requisitos con una información libre, una rendición de cuentas permanente que abarque las actuaciones y no sólo las cifras, la apertura de la entidad en su área de innovación ética a las denuncias presentadas y un reglamento claro y minucioso de todos los aspectos verificables.
El área de innovación ética debe convertirse en la punta de lanza de ese nuevo servicio ciudadano que rompe el esquema de ocultamiento de información, debe evitar ser un arma de venganza coyuntural y procurar desarrollar en todos los servidores la ética positiva que no está a la cacería de los errores sino atenta a ponderar y exaltar el mejoramiento del servicio tanto particular como institucional.
En cuanto a las autoridades elegidas, creo necesario, la firma de un contrato, convenio o compromiso de servicio ciudadano en el marco de las leyes vigentes. El mismo debe contemplar claramente la necesidad de atender en primera y última instancia, con objetividad, a los intereses generales del conglomerado a quien sirve la autoridad. De ese compromiso firmado surge el mecanismo de control ciudadano sobre la gestión de la autoridad, la defensa de la dignidad del cargo ostentado y la ética en el cumplimiento del deber asumido.
Si el servidor, en el uso del poder otorgado, pretende acallar la voz y el derecho ciudadano de vigilar su labor y sancionar sus desvíos, usando precisamente el poder y los recursos asignados para su tarea, será momento para que la ciudadanía en ejercicio de su democracia efectiva le retire al servidor el poder otorgado y lo sancione con el despido inmediato. No es un golpe de estado, es el finiquito del compromiso contractual por incumplimiento de una de las partes.

Sancionar en el camino las actuaciones fuera de la ley del servidor permitirá que, al volver a elegir, la memoria ciudadana no haya olvidado los desvíos y errores cometidos y evalué, en profundidad, la idoneidad personal del candidato para el cumplimiento del cargo en cuestión u otro de servicio público.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Alan Kurdi

El mundo amanece entre el jolgorio de la música de siempre, unos con audífonos, otros con parlantes en la calle. Unos cuantos en silencio pues prefieren contemplar el paisaje sin ruido ambiental...
Nadie ha visto llegar a Alan, el pequeño niño sirio de 3 años. Venía entre el vaivén de las olas, silencioso, ya ni lloraba... Cuando se embarcó en este viaje venía sostenido por Papá, ¿qué podría salir mal?
Tras horas de frío en un inmenso colchón de agua que lo separó de Papá, él dejó de temblar y empezó a soñar... la playa se agitaba en torno a él, pero ya no sentía nada. Sus sentidos se fueron con sus últimos gemidos y he aquí, ahora hay cámaras que lo retratan, hay portadas de cientos de diarios físicos y virtuales que lo abanderan como el punto máximo de un dolor que viene creciendo desde hace tanto tiempo.
Los mares se llenan de hombres, mujeres, niños y niñas, se comen sus sueños, los ahogan en silencio. Su fe los lleva a otro lado porque esa misma fe es motivo de su persecución y muerte. La irracionalidad del otro, la incomprensión del otro como ser igual en dignidad a nosotros, a los que vemos de lejos, a los que miran desde la cumbre de un rascacielos y piensan que NO PASA NADA.
Viene Alan, busca un espacio, nadie se lo quiere dar, las ciudades de Europa se vacían de la sonrisa de niños que nadie quiere hacer nacer, pero no hay espacio para él ni para los miles que vienen en balsas, náufragos, dejando la tierra firme que los vio nacer, en busca del mar que no les promete nada, tan solo una esperanza, la posibilidad de llegar...
Dejando la tierra firme que aman pero que alguien decidió incendiar.
A Alan el mundo ya no le duele, pero a su padre lo destruye una vez más. A sus hermanos de sangre y de fe, también... A diario, a miles, a quienes el mundo no los quiere acoger.
Suena la música, los audífonos callan la conciencia de quien quiere "hacer algo" pero está tan lejos que no puede hacer nada, mientras pasea por la calle de su ciudad y mira de reojo a una madre que vende chicles en una esquina, bajo el sol cuasi infernal de la mitad del mundo, lleva en brazos un niño dormido, no es Alan Kurdi, no tiene nombre y no tiene, tampoco, un sueño que se vaya a cumplir.
Naufraga el niño sirio y el ecuatoriano, bajo la inclemencia de conciencias que prefieren mirar desde el rascacielos de su seguridad, escuchando la música que les gusta y saboreando en su mente un NO PASA NADA que es como morfina para su deseo de cambiar el mundo para los demás.
Alguien recoge al pequeño niño sirio y se lo lleva como intentando pedir perdón a la humanidad, como queriendo silenciar la conciencia de quien quiere despertar.

miércoles, 5 de agosto de 2015

El amor es pasajero

El más profundo "te amo" pronunciado en un abrazo orgásmico, en medio de los gemidos y el deseo saciado, no dura más de un segundo, no dura más que un gemido.

Y, sin embargo, la piel sigue vibrando más allá del orgasmo, la voz sigue sonando mucho después del silencio cómplice de un beso mordido en deseo; las manos acarician y queman incluso por encima de la ropa que nos hace adivinar cuánto quema el deseo que se esconde a flor de piel.

Y es que el amor no se apaga cuando la piel sí. El amor no calla cuando la voz le da paso al silencio que acompaña y vibra con cada mirada cómplice.

El amor dura mucho más que el orgasmo más largo que puedas sentir y, sin embargo, es pasajero y casi fugaz.

Porque con cada segundo que vuela y transforma el universo, nuestra vida misma cambia de forma radical. Porque al empezar a leer estas letras eras alguien que ha cambiado y ahora eres una realidad distinta a la de ayer.

Así vivimos, así disfrutamos del sexo y el placer, así nos transformamos sin dejar de ser quienes somos, así mejoramos y evolucionamos. Pero, ¿amamos así?

Soñamos con un te amo eterno, buscamos promesas irrompibles, queremos que el otro no cambie y siga siendo la fuente de nuestro amor eterno. Y el otro cambia, cambia su cuerpo, cambia su sexo, cambian sus sueños, cambian sus ganas.

Somos seres pasajeros con ansias de eternidad, somos la suma de días que vienen y van, que nos siembran la sed de nunca envejecer, somos un retrato escondido en un rincón que se arruga a diario y nos permite sonreír sin sentir el tiempo pasar...

El tiempo, inclemente, vuela sin pausa ni prisa, sin vacíos ni agujeros negros que nos roben lo vivido. El tiempo nos vive y nosotros somos pasajeros de este viaje universal.

El amor no es eterno, no dura para siempre, no se promete una vez y para siempre. El amor no es un proyecto acabado que se sella en la cama entre gemidos y placer.

El amor es pasajero, cambia a diario, fluye constantemente, como el tiempo y con él. El amor y el tiempo nos llevan de viaje y nos cambian el paisaje cada vez. Algunos días fulgura el sol y lo ilumina todo y otros, se llena de nubes el horizonte y la temperatura baja y llueve y nos sentimos perdidos buscando, congelados, arder.

Ante esos cambios radicales del clima, algunos deciden partir, olvidar que ayer brillaba el sol y buscar un nuevo paraíso donde arda siempre el sol. Pero olvidan que siempre vendrá el tiempo de lluvia, la noche cerrada, la madrugada fría, la cama sin fuego ni ganas. Olvidan, aún, que allí donde el sol jamás se apaga, todo muere, se seca, se silencia, se llena de polvo y nada fluye, de verdad.

No, el amor no se ha devaluado, hemos devaluado nuestra capacidad de amar. Hemos olvidado que somos pasajeros de un viaje estelar, somos polvo de estrellas llamados a brillar. Somos polvo de un sol extinguido que sigue vibrando cuando se le acerca el fuego del amor.

Debemos dejarnos quemar y ser rescoldo ardiente, silencioso y paciente cuando la ceniza nos cubre hasta que, quien nos ama, nos vuelva a despertar. El amor no se apaga, se enfría sí, pero se debe avivar.

Cada "te amo" dura un gemido y un viaje vital completo.

El amor es pasajero y está bien.

miércoles, 15 de julio de 2015

Verso, no es verso...

Y no, verte sonreír no es un verso, es poema y es canción.

Y es que, con tanto que me dices al reír, un verso es demasiado corto para ti.

Me dices que estás cansada pero eres capaz de olvidar las cargas y sonreír.

Y cuando llegan las cuentas, y la vida se pone tensa, me recuerdas que cuentas conmigo y me es suficiente para volver a sonreír.

Y no es verso la vida, ni es poema ni es canción. Es una batalla rara, donde nadie es ganador. Porque, aunque venza un par de veces, siempre hay cimas que alcanzar y siempre hay simas que probar.

Y sonríes y hay sol de nuevo, y me siento invencible, otra vez. Y así cuento el tiempo, entre la sonrisa que me das cada mañana y se vuelve mi sol, y la que me regalas al ponerse el sol y regresar a casa a recargar el alma, conectada a ti.

No eres verso, ni poema ni canción,
eres luz, fuego y cielo.
Bendición.

domingo, 5 de julio de 2015

Dios es ateo

Cuando era niño y no entendía algo de la Biblia, mi padre me explicaba ciertos pasajes y otros quedaban enmarcados con una incógnita gigante.

Israel, para llegar a tener un pedazo de tierra, enfrentó muchas guerras tribales y vivió rodeado de violencia. Pasó por varios períodos de esclavitud, incluso en la época de Jesús.

La Biblia, quienes la escribieron, lo hicieron desde una perspectiva humana bastante básica, con un lenguaje limitado y con muchos errores e idealizaciones sin demasiado fundamento.

Cuando llegó Jesús, en lugar de intentar escribir una Biblia corregida prefirió mostrar, en sus actos, el plan de Dios para con cada ser humano: amar, amar y ama como respuesta a toda necesidad humana. Mostró que se puede prescindir de todo, en nombre del amor verdadero, incluso de la vida misma.

Y los conceptos humanos volvieron a hacer de la suyas con la imagen de ese Jesús de carne y hueso, de espíritu y vida. Del líder que alimenta a muchos con poca comida, del hombre que es capaz de hacer el bien incluso cuando la ley lo prohíbe. Del ser humano capaz de volverse divino en cuanto busca a su creador y a Él se asemeja.

Jesús es el hijo de Dios, pero qué poco creía en el dios de la ley escrita y tan contradictoria.

Si Él volviera y visitara cada templo donde se adora a Dios, de la religión o culto que fuera; en lugar de leer en ella la Palabra, tomaría un par de látigos y sacaría de la casa de su Padre a tanto mercader de la fe de la gente que busca a Dios y NO lo encuentra.

Porque las contradicciones son profundas, porque dios no es Dios y el pastor no es Jesús, ni un testigo suyo, ni una imagen de su liderazgo espiritual. Y es que el mensajero no es nada importante comparado con el mensaje, porque la Buena Nueva sigue estando vigente y sigue estando encerrada entre páginas que nadie lee ni defiende, entre discursos que hablan de dios y no lo muestran.

Dios sigue siendo ateo, no cree en esos dioses que nos fabricamos a conveniencia. Jesús sigue siendo verdad y vida.

Y tú, ¿eres cristiano de los que busca al Dios verdadero como Jesús hacia? O eres de los creyentes que busca a un dios, que de tanto desgaste prefirió volverse ateo.

viernes, 3 de julio de 2015

Innovar para crecer. El municipio que debemos construir...

Uso este espacio para compartir con ustedes, un par de ideas sobre lo que nuestros alcaldes NO HACEN y deberían empezar a hacer. Porque aquel que no cambia, está condenado a desaparecer.

¿Se puede innovar la ciudad?

Para comprender la idea de "innovación" les propongo pensar en las diferencias entre el smartphone original: el Blackberry, que muchos habremos usado alguna vez y las múltiples opciones que ahora hay en el mercado bajo marcas diversas. El equipo o smartphone es la institución. Mientras más opciones de navegabilidad, memoria, teclas de acceso rápido, atajos y personalizaciones sea capaz de facilitar el equipo, más adquirido y deseado es, incluso sin importar la edad de quien lo compra y lo va a usar.
Si el municipio piensa al estilo TIC y se convierte en una múltiple plataforma de servicios a la ciudadanía que se puede personalizar y atiende a los requerimientos PERSONALES del cliente, y más amigable es en su software (burocracia), más eficaz y eficiente resultará, incluso sin mirar demasiado el costo del mismo.
Hace 8 años casi nadie habría pensado en usar todo el equipo como una pantalla táctil, dejar de depender del teclado y crear miles de Apps para el juego, el trabajo, la cocina, el pago de servicios financieros, la interacción social, etc. Bueno, al menos Blackberry  no lo hizo y ya todos sabemos el final de esa historia.
La innovación es un proceso permanente y surge de la necesidad de no perder mercado, de ganarlo, de ser eficiente y eficaz, de ser útil y valioso. ¿Está listo el municipio para entrar en esta batalla titánica?
El alcalde podría usar los comentarios de facebook, twitter, instagram, etc., para conocer las opiniones de sus conciudadanos, y facilitar la solución de pequeños problemas ciudadanos en cuestión de horas, en lugar de tomar días, semanas, meses, años... él solo no podrá hacerlo, para ello cuenta, DEBE HACERLO, con un equipo de trabajo municipal que debe funcionar como un smartphone.
Si una pieza del equipo deja de funcionar ¿se lo reemplaza?, cuando de personas se trata no hace falta, hay que insertarlo en el proceso de innovación y no querrá quedarse solo.
¿La edad un problema? Hay personas de 70 años usando iPhone, no creo que sea una problema.
¿El costo un problema? En cuanto toda la burocracia actualice su sistema operativo y empiece a funcionar a velocidad 3G o 4G, el costo operativo se volverá muy cómodo; el mismo personal ejecutando tareas de manera eficiente y eficaz, atendiendo al cliente con rapidez y amabilidad, sin cobrar más de lo que ya cobran. No es un problema.

¿Cómo que aún no estamos usando las TICs para nuestro beneficio común en la ciudad?

domingo, 10 de mayo de 2015

Mama!!!

Con el tiempo uno va amando aquello que le es más simple pero necesario. Se olvida de los brillos y las trampas de la gloria. Se olvida de ser el primero y se esfuerza por ser el mejor.
Con el tiempo uno vuelve a ser el niño que soluciona todo en el abrazo de su madre.

Con el tiempo uno comprende que el amor que ella nos entrega no se compra ni se vende, no se compara con nada.

Con el tiempo recuerdas que tu madre te pedía muchas cosas pero te enseñaba una sola: ser todo un caballero y así vivir a diario.

Con el tiempo encuentras a una mujer que contigo se vuelve madre y entonces compartes la tarea inmensa de educar a los nuevos héroes verdaderos de mañana.

Gracias madre mía por sembrar en nosotros la semilla de los sueños realizables y de las batallas que no debemos perder por nada.
Dios te bendiga y nos bendiga con tu presencia mucho tiempo más.

lunes, 4 de mayo de 2015

GANAS

A veces tengo tantas ganas de ser otro que termino viéndome de lejos y pensando qué afortunado ese tipo.

Y es que no me falta nada, aunque no me sobre tampoco.
Tengo amor en mayores cantidades que café en las venas, y es bueno. Porque el café se enfría, pero el amor, de verdad, nunca.

Dos padres que han caído tantas veces que ya saben rebotar, que nos enseñaron a luchar, sin temer, con miedo sí, pero sólo para no quedarnos quietos esperando el vendaval.

Tengo una esposa maravillosa que estuvo a punto de renunciar a esta batalla diaria que es querer a alguien que no ha sabido hallarse ni frente al espejo. Un tipo que ha cometido tantos errores y desaciertos que cuando algo le sale bien, enseguida piensa en que todo está mal.

Y la tengo conmigo, recogiendo las toallas que he tirado yo y, poniéndose ella los guantes que, a veces, cuelgo así sin más. Ella me tiene fe y me hace creer en mi mismo, y si eso no es amor, entonces ya no sé. La tengo conmigo, ella me tiene a mi.

Tengo...

Dos hijos, dos estrellas, un par de cometas iniciando su travesía en el inmenso universo, traviesos jinetes de vidas distintas que tendrán que luchar con dragones de fuego y sus fuerzas ocultas, con la gravedad que los atraiga por curiosidad o ganas y no podré estar ahí siempre para cuidarlos, para guiarlos, para decirles qué hacer y qué no. Y es que yo soy un planeta pequeñito que ellos visitan a diario con abrazos y besos, pero en cuanto expandan su giro universal, más lejos llegaran, menos cerca de mi, y más parecidos a lo que un día serán.

Pero, por ahora, tengo ganas de no dejarlos salir de casa, que jueguen conmigo siempre, que lean un cuento que han leído 100 veces, que me sé de memoria y ellos también, sólo por escuchar sus voces menudas narrando leyendas heroicas de una tortuga que quiere volar...

Y ellos me tienen también, piden tan poco y tanto me dan.

Tengo ganas de eternidad, en los brazos de ella, en los sueños de ellos... No me culpen si quiero ser eterno, pero tiempo es lo único que no tengo seguro, somos granos de arena en este inmenso reloj que no para, que vuela, que nos deja siempre con ganas.


jueves, 30 de abril de 2015

¿Quién eres?

La concepción del ser humano – hombre – persona en cuanto tal, responde siempre a la necesidad de contestar a la pregunta básica: ¿Quién soy?
Teorizando, a lo largo de toda la historia de la humanidad, se ha dado un proceso de des-teologización  de dicha pregunta. La filosofía ha ido respondiendo a ese deseo original de “saberse” que toda persona tiene, desde distintos frentes teóricos.
El sustancialismo buscó descubrir la respuesta a dicha cuestión radical desde la relación de la persona con su ORIGEN. “Quien soy” debe ir definido desde el “de dónde vengo”. Preguntarse por la esencia de la persona equivalía a tratar de  descubrir por qué en medio de tantas “esencias” existentes, la de la persona era diferente, única y particular.  Había que intentar conocer ¿qué hace diferente a la persona del resto de esencias existentes?, para comprender completamente su particularidad, sin embargo, en dicha perspectiva analítica del origen “particular” del ser humano ya se hace referencia intrínseca a una relación comparativa y diferencial de las demás esencias – creaturas existentes alrededor.

La persona se descubre (pregunta por su esencia y origen) y se define (trasciende) en cuanto se relaciona con los demás. Descubre su esencia humana en cuanto la descubre en sus semejantes. Sin embargo, ante ellos, descubre su particularidad única pues aunque son semejantes no son iguales.
Independientemente de las múltiples teorías sobre el origen del yo, todas confluyen en cuanto a la necesidad de pensarnos “en relación” con: uno mismo, la naturaleza, los demás seres humanos y “el origen” de todo. La existencia propia y la conciencia de la existencia propia son producto de la relación de la persona consigo misma.

Tender hacia una explicación menos teológica del origen de la persona, origina una segunda pregunta existencial básica ¿Hacia dónde voy? Importa menos el punto de partida que el de llegada. Pues la mera existencia no es respuesta en sí. Existimos PARA algo.

En esta perspectiva de autoconocimiento y autotrascendencia el concepto de persona halla una complementariedad que el sustancialismo no alcanza a responder por sí solo y que la relacionalidad tampoco logra englobar.

La pendulación histórica entre ambas preguntas básicas nos lleva a buscar un camino más complejo y, por ello, completo. Un camino que conjugue  ambas visiones o, más específicamente, permita a cada persona hallar una respuesta adecuada y conforme a sus propias preguntas. A cómo, cuándo, y porqué las formula.

Haber roto los sellos “sagrados” de prohibición de pensar, ha permitido que cada persona busque y genere conocimiento sobre su propia existencia, comparta esas conclusiones con los demás sin temor al anatema y, en esa relación cognitiva, encuentre no sólo las respuestas que busca sobre ¿quién es? Y ¿a dónde va?, sino que, también sea capaz de dotar de sentido su permanencia en la vida; es decir, hacer que la existencia tenga en sí misma valor y sea respuesta a sus necesidades de sentido de existencia, en relación con su yo, los demás, la naturaleza y su Origen tan especial, único y particular.


Y tú, ¿ya sabes quién eres?


jueves, 19 de marzo de 2015

Bandera

Entre sangre y gemidos, sollozos y frío.
Así nos recibe el mundo, así nos pare la madre, bañados de colores, rodeados de banderas.

Y vamos creciendo y nos hablan de la patria, del país, redil con mallas imaginarias, al que nos pertenecemos y que nos envuelve en colores que la historia nos legó como insignia.

Y al crecer le juramos lealtad y servicio, protegerla y servirla, cual madre, cual novia que espera nuestro amor sublime, inmenso, profundo.

Con los años los colores van perdiendo su textura, aprendemos que los otros no son tan otros, tan lejanos, tan diferentes. Que nos une el idioma por encima de la bandera. Y, cuando el idioma nos separa, nos acoge la música, el deporte, la literatura, los mares y la vida.

Sufren por nosotros aunque no nos vivan a diario, se nos enternece el alma cuando a esos, tan extraños, abanderados ajenos la desgracia los abruma.

Nos gana la sangre, ese primer vínculo humano, hermano, cercano. La primera y única bandera.

Desde allá, donde la atmósfera se pierde y el espacio cuasi infinito nos gobierna, hay un color que nos engloba y nos define, un azul sincero y limpio, con apenas rastros de café y blanco. Un azul de vida, de libertad, un azul de hermanos...

Nacemos entre el rojo de la sangre de la madre, pero con el azul de la madre Tierra como sello indeleble de hermanos.

La vida es mi bandera.

jueves, 12 de marzo de 2015

La novia nueva...

Cada mañana, al borde de las 4 de la mañana, te levantabas para atender a tu esposo y a tu prole que, tranquilamente, siguen soñando con un mejor futuro.

Vas preparando el desayuno y planeando el almuerzo, las tareas del hogar, revisar el campo y coordinar, con la mama Luna, el arado, los sembríos, el aporque, el abono, la cosecha... esa lucha diaria para obtener un café que llena de su aroma media América, el sabor único del chocolate que cruza el Atlántico y endulza paladares mas allá de donde entienden tu lenguaje.

El banano, la papa, las frutas tan generosamente producidas por la madre Tierra... en fin, tu vida es el campo y de él obtienes cuanto tu marido administra en el mercado y se alimentan tus hijos.

Pero una mañana, tras una charla con los amigos en el mercado, él descubre un brillo nuevo en otros ojos, un fuego ardiente en otras caderas, un deseo insaciable en otro lenguaje...

Se le acerca ella, vestida de negro, tentando con su aroma y su color, rodeada de nuevos amigos y lo incluye en un roce social que no imaginaba existía. Se vuelve socio de un nuevo club, ya no regresa a casa a buscarte y contarte sus alegrías y desvelos camino del mercado. Ya no te cuenta cuánto ganan o cuánto pierden. Ya no cuenta contigo.

Y tú sigues sembrando y sigues labrando la tierra, sudándola a diario, sembrando esperanza y cosechando, en tus hijos, gratitud muy simple y en algunos abandono.

Y el café, el cacao, el banano, la fruta... se enojan contigo y dejan de darte mil alegrías.  Te falta un brazo firme que sostenga el arado, te falta quien coseche y negocie lo que produces. Él ya es feliz en los brazos de una amante mas joven, mas moderna, mas de la ciudad.

Tras él corren tus hijos y te dejan cargando con las tareas de labranza sola, peleando con las sequías y los crudos inviernos. Peleando sola... Mirando al horizonte, clamando por un futuro, esperando que vuelvan, esperando que quieran volverte a querer... esperando!

Y un buen día te llaman, te vienen a visitar, te piden que produzcas más, que no eres eficiente y que ellos, en la ciudad, pasan hambre mientras tú holgazaneas. Te cuentan que en otros lares hay gente que produce mejor, en menos espacio de tierra y sin tanto sufrir, que deberías hacer lo mismo y dejar de llorar...

Que las ausencias no alimentan a nadie y las quejas no sacian la sed.

Y él, del brazo de la novia nueva, ahora piensa en ti, porque ella ya no lo puede alimentar ni sostener. Porque ella ha perdido brillo y valor, porque ya no le alcanza con lo que ella gana para ser feliz.

Y no vuelve a ti, no. Tampoco se disculpa contigo ni con tu tierra. Te exige sostengas su estilo de vida sin dejarla a ella.

Han pasado los años en los que el dinero le sobraba y lo malgastaba en la juerga y las fiestas, en repartir monedas a cambio de lisonjas... y a ti jamás te ayudó con tus batallas diarias por trabajar la tierra y hacerla producir.

Ahora que la cotización de la novia nueva ya no es suficiente, vuelve a ti.

Viene a exigirte que lo alimentes pero ya no sabe de arado, ni de lodo, ni de luchar. Se ha vuelto exigente, refinado, citadino, odioso...

Él ya no es tuyo ni de nadie. Las deudas lo agobian. El dinero le falta. Los hijos citadinos le exigen más y más.

Y tú sigues labrando tu tierra.

Tú sigues siendo campo y él ya no sabe cosechar.

jueves, 29 de enero de 2015

Pasión

Y ahí vamos, viendo al mundo correr desesperado, aparentemente sin más motivos que girar, que alcanzar cimas y crecer.
Miles de rostros van y vienen, cuentan historias distintas y la misma historia a la vez: viven, mientras van aprendiendo a morir.
Y la vida se vuelve camino, motor y destino.
Y la vida se vuelve motivo, canción y algoritmo.

Ah, la vida. El instante que raudo atropella mil sueños y cumple un par de quimeras. El segundo insolente que sueña con volverse eterno y cambiar el rumbo de la historia.
Esa magia fugaz de minutos, segundos y horas que nos gusta contar. Aunque no sepamos para que las contamos si no se pueden guardar.

Y la única diferencia entre aquel que vive a fondo y el que mira vivir es el fuego que les quema por dentro y los hace brillar... Ser luciérnaga sobrevolando la selva, ser volcán dominando la pampa, la selva y hasta el mar.

Ser
Decidir
Escoger

O cumplir...

Y la vida no es magia ni lógica pagana. No es un dios obligándote a respirar.

La vida son células y oxígeno en permanente combustión.

La vida es fuego.
La vida es pasión!

Dadme una palanca y moveré al mundo...

Ten. Te siembro una pasión: Mueve el mundo...  vive!

sábado, 17 de enero de 2015

Con mi corazón en Yambo

No hay brisa que calme el dolor, no hay palabras que puedan con tanta verdad. Las miradas rehuyen, se asustan, se esconden.
Cambias de nombre y de vida, empiezas de nuevo sin haber dicho la verdad.

Y ellos siguen desaparecidos.

27 años pasaron de una fatídica tarde en la que tener un apellido extranjero fue motivo para sentir amenaza patente y quitarles la vida a dos niños que amaban vivir y jugar.

El uno era un niño de 13 años que estaba aprendiendo a vivir y el otro cumplidos 17 ya había empezado a soñar...

¿En qué cabeza sana cabe que dos niños eran una amenaza y debían desaparecer?

Enfermos con armas en las manos. Psicópatas con poder.
Asesinos con uniforme.
Demonios con sueldo estatal.

Callándose el uno al otro y olvidando decir la verdad.

Y la madre vive a diario su dolor indecible, y la madre de los niños muere a diario sin volverlos a abrazar. Y la vida no tiene sentido ni vuelve a brillar. Y la vida se vuelve un infierno y la mentira de todos es la tortura principal.

Y todos callan, esconden la mirada y se niegan a saber, y saben y se niegan a contar.

27 años esperándolos en casa y no los dejan regresar.

Y cada miércoles la plaza de la Independencia mira a Pedro Restrepo llorar a sus hijos como roble en la colina, firme y convencido de que vale la pena vivir y luchar hasta saber la verdad.

Y una hermana, sin hermanos, los busca casi casi sin saber dónde empezar. Y los recuerda por las voces y vídeos que la tecnología le conservó en el tiempo y se niega a callar.

Ella no puede soñarlos aunque quiera, él quisiera no despertar cuando los sueña para no perderlos ya jamás.

Ella, la madre, los halló ya. No están en casa pero juntos son hogar.

Y los malditos, los violentos y asesinos, los indeseables e inhumanos, la escoria que vestía de uniforme ya no los quiere soñar. Duele verlos cada día en pesadillas, odian ver sus rostros en el de sus propios hijos e hijas. Tragan amargo el tormento eterno de no poderlos olvidar.

Y aunque todos respiramos, no todos vivimos. Los unos desean la vida y la disfrutan a segundo seguido, los otros la quieren ver pasar.

Santiago y Andrés le salvaron la vida a tantas personas que vinieron después.  No lo saben. Nadie los debe olvidar.

La justicia también tiene mártires. La justicia también se cobra víctimas.

Que triunfe la verdad.

viernes, 16 de enero de 2015

Patria, tierra sagrada, de honor…

Duele saber que un día normal de la vida de Ecuador se vio empañada con tanta violencia y dolor.

Duele saber que las balas compradas con dinero del pueblo para defenderlo, se usaron para amedrentarlo, someterlo, asesinarlo.
Lastima saber que el incumplimiento del deber de cientos de uniformados puso en jaque al país y, tras mucho dolor, se mantiene en el silencio los resultados de aquella cruenta jornada  de violencia y destrucción.

Ofende saber que ese día se echaron al caño los millones de dólares invertidos en educar uniformados, en dotarles de herramientas para cuidar al pueblo y, mas aún, asfixia la impotencia de releer aquel fatídico día y saber que por la irresponsabilidad de algunos mandos medios que los movilizaron, de ministros y jefes que no cumplieron su papel de mediar y aclarar a tiempo las leyes tratadas, del mas alto jefe del estado que no venció su ego y prepotencia; el diálogo desapareció del diccionario del 30S y las calles se tiñeron de sangre y de dolor.

El pueblo contra el pueblo y sus líneas de defensa disparando contra ellos.

Por Dios juro, sagrada bandera…

Una revuelta policial, por reclamos de sueldos, se convirtió en un vía crucis para tantas personas lastimadas, vejadas, sometidas, asesinadas aquel día... Incluyendo al mismo presidente.
Cobardía. Esa es la palabra que me salta a la mente.

Cobardía del policía que aquel día rompió su juramento y maltrató al pueblo que le paga el sueldo, la comida, el estudio y le da trabajo
Cobardía de los jefes de destacamentos y comandos provinciales que prefirieron ocultarse y usar a los policías de tropa como carne de cañón en un reclamo que también era propio, pues eran quienes más “perdían”.
Cobardía de ciertos políticos que usaron el ambiente agitado para proclamarse dignos del respaldo popular y para “alzar la voz”, cuando normalmente callan esperando el momento para lucirse y despotricar. Falsos!
Cobardía de ciertos políticos en el poder que quisieron brillar sin medir los límites de un enfrentamiento ciudadano.
O ¿es que acaso, aquel día, algún cromo político “conocido”, cayó, al menos, herido o asfixiado en la calle?
No se puede llevar al ciudadano de a pie a enfrentar a una turba enardecida de hombres armados!!! Cobardes e irresponsables, porque al primer sonido de bomba lacrimógena corrieron con sus guardaespaldas, pagados por el pueblo,  mientras el ciudadano indefenso caía golpeado por una bomba, una piedra, una bala…

Romper el orden constituido, de haberse pretendido aquello, no es un delito tan grave como asesinar a una persona a quien juraste defender. Ni tiene comparación, ni tiene perdón.

Los responsables pueden esconderse, maquillar su versión, silenciar a sus testigos, esconder las balas, borrar los registros de los rastrillos policiales y militares de aquel día… Pueden escondernos la verdad, pero jamás callarán la voz de su conciencia. Malditos!

Patria, tierra sagrada, de honor…
¿Se aprendieron las lecciones de aquel cruento día?
¿Cómo es posible que alguien, sin poder, use a policías, de varios rangos, en servicio activo para orquestar un golpe de estado y que la inteligencia que te protege, como gobernante máximo, no lo sepa ni te prevenga de aquello? ¿O no los escuchaste?
¿Cómo intentas dialogar con un grupo amotinado y armado? ¿Cómo te diriges a ellos con gritos y los ofendes con tu bravuconería y esperas sumisión y respeto?
No te puedes subir al balcón después de un día tan difícil para el país y seguir con los gritos y las amenazas. NO!

Y no, no se puede gobernar con prepotencia. Mano firme sí, Prepotencia no. No son lo mismo. Pero quizá él nunca lo entenderá.